Mujer que habitabas estas aguas
otorgando a los peces tu serenidad,
que frío está este valle y sus quebradas,
sin tí vagamos en la oscuridad
Tú, que con tus ojos
iluminabas las mañanas,
tú, que a mis oidos sordos
respondías con cánticos y llamadas
¿qué será de mí sin tu consejo?
¿qué será de esta tierra mal hallada?
Camelot anhela tu regreso
de la tierra de las sombras y las llamas
Qué injustos son los dioses altaneros
que privan a la humanidad de sus mejores almas,
sucios, traidores y rastreros
urden sus intrigas bastardas
A mí me corresponde en estos tiempos
suplir la soledad de tu ausencia
a mí, que vivo en el tormento
de sentir a cada instante tu presencia
Las palabras buscan mi amistad
uniendo su magia con mis versos
que buscan la esencia de tus besos
que vuelan desbocados, camino a la eternidad
viernes, 12 de junio de 2009
La balada de Arturo Pendragon
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