Sábado, día gris en tierras pucelanas. Una iglesia centenaria, anexa a un convento de clausura, belleza y castración, imposible de comprender para esta pequeña mente. En el altar dos amigos queridos, debajo sus familias y amigos. Un acto emocionante, en el que las personas que los quieren manifiestan sin temor ese cariño, cuando llega mi turno de leer mis sentimientos hechos palabras siento un pequeño temor, pero decido no ver a nadie, no oir a nadie, solo actuar de catalizador, de camino para esas palabras que desearon unirse para formar un poema. Al terminar una lágrima en su cara, con el tiempo lindas palabras de algunos desconocidos. Resulta emocionante comprobar que puedes emocionar, es un regalo para los demás y un regalo para uno mismo, quizá incluso un camino de existencia.....
Lo mejor de todo, quizá, las palabras de un amigo, el efecto del tiempo y tal vez, solo tal vez, algo de sabiduría recogida con su paso...
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