lunes, 8 de marzo de 2010

Las cosas que cambian, y las que no


En mi camino de encuentro con grandes obras de la literatura universal me topo ahora mismo con la historia de Oliver Twist, huérfano desde niño que en medio de la sociedad londinense del siglo XIX sufre del desamparo del pobre, del que está solo y sin dinero.
Maltratado por todos aquellos que se vanaglorian de su bondad y altruismo descubre en sus carnes el significado de la palabra hipocresía. Solo llevo unas decenas de páginas y ya he sentido rabia en varias ocasiones, y las lágrimas han estado a punto de aflorar en otras tantas.
El domingo, después de un fin de semana de diversión y compañía tuvimos un encuentro con la realidad de esos que te abofetean sin misericordia, y te enfrentan con la realidad y contigo mismo. Encontramos a un hombre, a las diez y media de la noche que deambulaba por el centro de Madrid, cerca de la catedral de la almudena, que estaba llena de luces, imponente, el hombre era un rumano de unos cuarenta y tantos años, cojeaba, y se ayudaba para andar de una muleta en su mano derecha y de un bastón en su mano izquierda, transportando sus pertenencias en una pequeña mochila a su espalda. Cuando nos cruzamos con él nos preguntó por un albergue, el cuál hace años que no existe, el hombre nos contó que había salido ayer del hospital por un golpe recibido de un coche en sus piernas, no estaba grave pero si dolorido y con bastante dificultad de movimiento. Un amigo avisó al Samur social para que vinieran a recogerlo y llevarlo a algún albergue donde pasar la noche calentito, puesto que ayer hacía bastante frío, nuestra sorpresa e indignación fue mayúscula cuando el Samur le contesta que tardará una hora y media más o menos, !una hora y media!, ¿que podía hacer este hombre?, ¿esperar una hora y media sentado en la calle pasando frio a que vinieran a recogerle?.
Mientras esperaba podría ver la catedral con toda su iluminación, el pasar de la juventud de vuelta de fiesta o acercarse a la plaza mayor a compartir su mala suerte y su destino con otros compañeros de infortunio.
Las cosas cambian, ciertamente, ahora hay un Samur Social con trabajadores y voluntarios que se afanan por ayudar y proporcionar una cama calentita, comida, abrigo, apoyo,... si, las cosas han cambiado mucho desde los tiempos de Oliver Twist, pero ¿qué destino le espera a nuestro amigo? ¿realmente existe alguna posibilidad de salir de su situación y tener una oportunidad de ganarse la vida honradamente aspirando a lo mismo que cualquiera de nosotros?.... ¿realmente vivimos en una sociedad que proporciona oportunidades a todos?... ¿realmente el estado de bienestar que tanto vendemos lo es para todos?.....

2 comentarios:

  1. hace tiempo que ya no vendemos ese estado del que hablas, porque además de que es insostenible, el concepto de bienestar económico y social se ha quedado obsoleto. Tal y como se creó no responde a la visión de la sociedad de ahora, tan globalizada y al mismo tiempo tan polarizada en las partes que la intregran. Me parece que hemos vuelto a una visión "caritativa" en todo lo que se refiere a la cobertura y prestación de ese estado de bienestar. Cuidados paliativos que se diría en un contexto médico, olvidando los preventivos, que creo son más importantes. Y así nos va, podando las ramas pero sin regar la raiz.

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