jueves, 8 de enero de 2009

Religión y sociedad


Era nuestro último día en Estambul, después de una estancia de diez días cargada de magia y a la vez de contradicción, envueltos por una ciudad especial que auna en sus calles siglos de historia compartida por muchas civilizaciones y todas las injusticias propias de la especie humana. Mi cabeza estaba a punto de explotar con tanta información venida de golpe, tantas vidas relatadas por personas ajenas tan distintas a las que me rodean.... en ocasiones uno siente con claridad que por mucho que lo intente no puede ponerse en la piel del otro, porque necesita vivir sus vivencias para poder comprenderlas.
Para buscar un poco de paz y reflexión acudí por última vez a la gran mezquita azul, no soy un hombre religioso, no creo en ningún Dios, pero no puedo negarme la paz que he sentido en cada una de las grandes mezquitas estambulinas, no por sentir la presencia de Dios, sino por sentir con claridad el silencio, el recogimiento, ... es dificil de explicar, pero es grato y no tiene nada que ver con la religión.
En esas estaba cuando de una estantería en la entrada cogí unos trípticos, uno de ellos se titulaba El profeta Muhammad (la paz sea con él). Lo leí despacio, llevado por la curiosidad. Me llamó la atención especialmente el siguiente párrafo:
"El profeta Muhammad provocó muchos cambios en su sociedad:
*Él era un defensor de la iguald de derechos de las mujeres; abolió la "propiedad" de la esposa por parte del marido. Estableció el derecho de la mujer sobre la propiedad así como su derecho sucesorio. Defendió su derecho de elegir o rechazar a un hombre para contraer matrimonio."
El tríptico había sido preparado por la oficina de Asuntos Religiosos de Estambul.
Al poco de leer este párrafo y estar pensando sobre él vi a una pareja joven en el lateral de la mezquita, (está prohibido en las mezquitas que las mujeres rezen fuera de su zona, que es la parte posterior de las mezquitas y normalmente tapada por biombos), ella llevaba el tradicional pañuelo cubriendola el cabello, oraban juntos, de rodillas, en silencio. Cuando terminaron se levantaron y se dedicaron miradas cariñosas y gestos de afecto. De la mano dieron un paseo hacia el centro de la zona de oración para poder hacerse una foto ante el mihrab de la mezquita. Me sentía internamente muy sorprendido y a la vez contento por ver el comportamiento de la pareja. En ese momento un guarda de seguridad apareció para decirles que ella no podía estar allí, que se tenía que ir inmediatamente. Lentamente se dieron la vuelta, recorrieron el camino de retorno para recoger sus zapatos, y se marcharon. El valor de él al hacer todo esto y el cariño con que se trataban se grabó en mi mente.
Hay dos impulsos en toda sociedad, el que trata de avanzar y el que intenta impedirlo, ¿a cuál apoyaremos desde occidente?

2 comentarios:

  1. Cuántas cosas desconocidas y que extraño pensar que situaciones así todavía puedan darse... desde aquí todo eso parece irreal. ójala todo fluya hacia el respeto de los derechos de cualquier persona.

    x cierto, bonito blog ;-)

    ResponderEliminar
  2. Veo que eres una persona con mucha iniciativa (bueno, vale, y aunque rompa un poco la magia, y con tiempo en el curro, por qué negarlo). Como siempre es un placer leer en tus palabras y pensamientos las experiencias que tenemos en común. Te quiero mucho...

    ResponderEliminar

Recuerda al opinar que tu libertad termina donde empieza la del otro. Respeta y serás respetado.