miércoles, 29 de diciembre de 2010

Las cosas que realmente importan

Hay una canción de Enrique Bunbury, que dicho sea de paso me parece un excelente letrista a la vez que un divo bastante poco soportable, cuya letra siempre me ha gustado, se llama "De mayor" y comienza así:

cuando era pequeño me enseñaron
a perder la inocencia gota a gota
¡qué idiotas!
cuando fui creciendo aprendí
a llevar como escudo la mentira
¡qué tontería!

de pequeño me enseñaron a querer ser mayor
de mayor quiero aprender a ser pequeño
y así cuando cometa otra vez el mismo error
quizás no me lo tengas tan en cuenta

hoy pienso que no la entendía correctamente, hoy pienso que habla de mucho más de lo que parece. Efectivamente, de pequeños nos enseñaron a querer ser mayores, ( precisamente hace dos días me contaba un tipo que había llevado a su hijo a una especie de parque temático de como ser adulto, en el cuál los niños entran sin padres, reciben un dinero inventado llamado eurix y juegan a conseguir un trabajo, ganar más dinero y poder comprarse miniaudis ....... estamos locos ), a ser responsables, a centrarnos en lo importante, que era garantizarnos un buen futuro profesional y una buena posición social y económica, y para garantizarnos un futuro feliz y placentero qué mejor que añadir a todo esto una buena dosis de anestesía intelectual que impidiera que nuestra "felicidad" se viera empañada por las injusticias mundiales y locales. Como siempre nos dijeron, cada uno en su casa y dios en la de todos,... lo que viene a ser, cada uno a lo suyo y a los demás que les den.
Pero resulta que tiempo después nos hacemos mayores, y a poco que escarbemos y nos preguntemos vamos viendo que algo no encaja, no tenemos muy claro el qué pero algo no encaja en todo este montaje, e incluso además de no encajar descubrimos que tampoco nos hace felices, que no nos basta, que tanta posición social, económica y demás solo nos produce unas cuántas (da igual si muchas o pocas) alegrías efímeras y un agujero en el alma. Y poquito a poco tratamos de explicarnos que es lo que no encaja en el puzzle, y vamos mirando por aquí y por allá, y nos vamos encontrando con gente que nos va desmontando la historia y nos va abriendo los ojos al mundo real, al que existe más allá de nuestro mundo inventado, y vemos que en el mundo hay miserias, injusticias, guerras, sufrimiento, desastres, infinidad de población con una existencia terrible, y miramos en nuestro propio entorno y vemos que en las personas que no sufren esas penurias físicas o económicas también hay miserias, miserias emocionales, miserias afectivas, miserias relacionales, y pensamos, ingenuos y ansiosos que las cosas no deberían ser así, que lo importante no es lo que nos dijeron, que hay cosas realmente importantes a las que no se les da ninguna importancia, como la sonrisa de ese niño kosovar tras años de sufrimiento, como las rosas regaladas por esa niña a los payasos que por primera vez en su vida habían venido a hacerla sonreir, como la confesión de una amiga que por primera vez puede llorar su dolor en el hombro de alguien que la escucha y la acompaña, como el dolor de un amigo ante la enfermedad de su padre, como el dolor de otro ante la enfermedad de su hija, como el abrazo de un padre y un hijo que al fin aprendieron a comunicarse y decirse con gestos lo que tanto les cuesta con palabras, como tantas y tantas cosas que nunca podrán comprarse, ni exponerse para engorde del ego pero que son las que hacen que la vida merezca ser vivida, y las que hacen que el ser humano puedo ser algo más que un animal que camina sobre dos patas.
Ayer tuve la suerte de bucear una tarde entera en ese mundo, pude reir como un niño, llorar como un hombre y soñar con otro mundo posible, como buen malabarista de sueños



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Recuerda al opinar que tu libertad termina donde empieza la del otro. Respeta y serás respetado.