miércoles, 20 de octubre de 2010

Utopía


".... Por el contrario, en Utopía, donde todo es de todos, nadie teme que pueda faltarle algo en lo futuro, cuando se han tomado las medidas para que estén repletos los graneros públicos. La distrivución de los bienes no se hace maliciosamente y no hay pobre ni mendigo alguno, y , aunque nadie tenga nada, todos son ricos. Pues ¿hay, en efecto, riqueza mayor que llevar una vida tranquila y alegre, exenta de preocupaciones, sin tener que pensar en procurarse el sustento, ni temer la pobreza para su hijo, o ansiar una dote para la hija, y tener asegurada la vida y la felicidad de todos los suyos: esposa, hijos, nietos, bisnietos y tataranietos hasta la más larga posteridad que pueda envanecerse un espíritu generoso? Y más aún cuando tales ventajas no sólo afectan a los que trabajan, sino a aquellos que trabajaron en otro tiempo y hoy se encuentran inválidos.
Quisiera que alguien osase comparar con este régimen tan equitativo la justicia de otros países, en los que yo muriera antes de hallar la menor traza de justicia y de equidad. Pues ¿qué justicia es la que permite que cualquier noble, banquero, usurero u otro semejante de los que nada hacen, o que, si algo hacen, no tiene gran valor para la República, lleve una vida espléndida y deliciosa en la ociosidad o en ocupaciones superfluas, mientras el obrero, el carretero, el artesano y el campesino han de trabajar tanto y tan asiduamente en labores propias de jumentos, a pesar de ser tan útiles, que sin ellos ninguna República duraría más de un año, llevando una vida tan miserable, que parece mejor la de los asnos, cuyo trabajo no es tan continuado ni su comida peor, aunque el animal la encuentre más buena y no tema el porvenir?
Más aquellos vense ahora aguijoneados por la necesidad de un trabajo infructuoso y estéril, y la perspectiva de una vejez indigente los mata, puesto que el jornal cotidiano es insuficiente para cubrir las diarias necesidades y hace imposible que puedan aumentar su fortuna y guardar algo diariamente para seguridad de su vejez. ¿No es ingrata e inicua la República que tan generosa se muestra con los nobles -así les llaman-, con los banqueros y demás gente ociosa, con los aduladores y los que proporcionan placeres frívolos, mientras no cuida de los campesinos, carboneros, peones, carreteros y artesanos, sin los que no existiría ninguna República?..."

Utopía - Tomás Moro.

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