martes, 15 de marzo de 2011

Desde la tierra de Oz

A veces me pregunto, ¿cuál de todos los personajes que habitan en mí soy realmente yo? y en el caso que no sea ninguno de ellos o todos a la vez ¿como se las arreglan entre ellos para convivir sin abocarme a la esquizofrenia?
Es increible la cantidad de estados y emociones que pueden agolparse en pocos días, transformando las direcciones en rotondas, los caminos en estrellas de infinitas puntas y los destinos en globos aerostáticos elevados con polvo de estrellas.
Como Alicia voy encontrándome seres cargados de fortalezas y debilidades, certezas e incongruencias, pero eso si, todos ellos cargados de magia en busca de un Oz, que la mayoría de nosotros no podríamos ni siquiera intuir y mucho menos describir.
Aparecen los hombres de hojalata, con su fuerza para protegernos.... y su rigidez, aparecen los espantapájaros, con la bondad por escudo, la flexibilidad por bandera .... y la inconsciencia, que puede arrastrarnos a caminos perdidos, aparecen los leones, bellos, imponentes.... pero con el peligro de esconderse en el momento que hay que presentar batalla. Y con ellos los monos voladores, que nos elevan y nos dejan caer, que nos transportan a mundos nuevos.. y a veces a desiertos eternos, los hombres cabeza con la amenaza siempre atenta, y las brujas buenas,... y las brujas malas....... y en medio de todo este desbarajuste el malabarista sueña y zozobra al mismo tiempo, vuela y se arrastra, se pierde para encontrarse y se encuentra para poder perderse, y cuando mareado cierra los ojos y deja que el torbellino se detenga termina por entender que todos esos personajes no están fuera, sino dentro, que cada uno de ellos es una parte de si mismo que trata de asomarse a sus ojos para ver el mundo y ser visto por él, y que el gran Oz, como en el cuento, es un farsante, solo un hombrecillo que quiso ser un gran mago, solo un ventrílocuo que jugo a ser rey, solo un hombre..... solo un niño.... solo yo....

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