Sábado, mañana de talleres y prácticas, comida frugal y descanso, y de nuevo a ensayar, correr detrás de una ilusión, dibujar con pinturas invisibles sonrisas que destruyan muros. Después del trabajo toca diversión y más cargamento de imaginación con la gran gala; malabaristas, acróbatas, magos y payasos mostrándonos que no hay límites físicos ni mentales para el disfrute, para soñar, para jugar, una delicia ver a todo el público aplaudiendo en lenguaje de los sordos cuando Magic Andreu, recuerdo de noches familiares de mi niñez y presentador hoy de esta gran gala despide a esa pequeña preciosidad rubia de unos doce años que ha podido seguir la gala por la traductora del lenguaje de los signos que aportaba sonidos imaginados desde el lateral del escenario. Se palpa la armonía, el compañerismo y la solidaridad.
Volvemos al recinto para disfrutar de la noche de fuego, antorchas iluminando a los artistas del fuego, colofón perfecto para un día mágico,.... o eso esparábamos todos, a las 4 de la mañana la policía entra en el recinto como búfalo en palacio de cristal, con esas formas chabacanas y camorristas que tan hastiado estoy de ver, vomitando malos modos y ausencia completa de educación entre gentes que solo estan cometiendo el terrible pecado de soñar fuera del camino marcado. Importan poco los detalles y las razones, esas tienen sentido cuando se cuidan las formas y se habla desde el respeto,... no, no importan ya, no importan cuando de nuevo asistes al abuso de poder, al caciquismo arcano e inmortal que acompaña al que tiene la fuerza por montura y no precisa del respeto y la razón. No son todos y seguramente no serán mayoría, pero los que son campan siempre por las praderas de la impunidad, y me produce vómitos, a mi mente vuelve la manida frasa, ¿quién vigila al vigilante?.
Después de una asamblea en la que los organizadores y los asistentes muestran una cordura que ya quisieran políticos y demás voceros de estos tiempos se decide no responder, enarbolar la bandera del respeto e irnos a dormir. La mañana nos despierta con las caras de preocupación de los chicos de la asociación, tanto trabajo y tanto esfuerzo para llevar la sonrisa a todas partes para recibir por premio el choque directo con lo más abyecto del ser humano, quisiera abrazarlos a todos, y decirlos que son geniales, que me siento orgulloso de pertenecer a la misma especie que ellos, independientemente de opiniones, de aciertos y de errores, por que su actitud ante la vida es sencillamente maravillosa.
Volvemos a casa, tristes e impotentes por el final absurdo que tuvo la concentración pero intimamente alegres de haber compartido momentos agradables, de habernos conocido, ... de comprobar que independientemente de la edad siempre podemos encontrar adultos que abren la puerta al niño que son dejándolo campar libremente.
Termino el día en casa, con Aisha durmiendo sobre mi vientre mientras la acaricio, después de haberme mordido en todos los dedos de manos y pies, y viendo Chocolat, película que mil veces me recomendaron, personas cercanas, personas especiales, y ..... entre lágrimas y sonrisas me admiro de las mil caras de esto que llamamos la realidad, de lo compleja y completa que es, de lo maravilloso que es estar vivo, levantarme cada mañana con mil caleidoscopios a mi alrededor dispuestos a mostrarme las mila caras de la vida, los miles de colores que forman el arcoiris.
Por cierto, la última escena de Chocolat, malabaristas como metáfora de la alegría y la bondad, como contraposición a la férrea moral y la mezquindad disfrazada de santidad,..... hoy dormiré con una gran sonrisa
hola! Me he tropezado con tu blog por casualidad. Me ha gustado mucho tu crónica de Alicante, yo también escribí una, pero más literal que la tuya. Te seguiré leyendo. Un saludo.
ResponderEliminarUn placer tenerte por aquí compañero circense, eres bienvenido siempre que quieras, iré a visitarte igualmente
ResponderEliminarUn abrazo