Ayer vi el vídeo del asesinato de Carlos Palomino, el joven antifascista que fue acuchillado hace un año en la parada de metro de Legazpi, la cuál cojo diariamente para mis desplazamientos. Es atrozmente simple, atrozmente rápido, atrózmente poco aparatoso. Uno piensa que la muerte, como fin de todo ha de ser un hecho muy dramático, muy aparatoso, y no es así, el vídeo muestra cuán simple puede ser, un tarado se acerca a tí, con un cuchillo, y con un movimiento apenas perceptible y ni siquiera demasiado brusco introduce la hoja en tu cuerpo, desgarrándote el corazón, y con la misma delicadeza la hoja sale de tí, llevándose consigo no solo tu vida, también tus sueños, las vivencias que ya no tendrás, los besos que ya no darás, los sueños que ya no cumplirás,... y fin, eso es todo, se acabó.
Vivimos la vida angustiados por nuestro día a día, con el corazón roto por los pesares que nos aflijen cual muro de hormigón sobre nuestras espaldas, y da vertigo comprobar la futilidad de todo lo que nos rodea, lo facilmente que puede dejar de importar, lo fácilmente que podemos perder todo aquello que tan importante nos pareció, lo rápidamente que podemos perder lo único que es verdaderamento nuestro, lo único que tiene un verdadero valor irrevocable,.... la vida.
Nota: Estoy harto de escuchar definir a los antifascistas como "antisistema", no me gustan estos tipos, no me gusta nadie que utilice la violencia como argumento, pero si estos son "antisestema" ¿que cojones es un maldito soldado racista y xenófobo que sale a la calle con un cuchillo de 25 centímetros buscando carne en la que limpiarlo?. Ayer vi Zeitgeist, tras varias recomendaciones sobre esta película, y da que pensar, y viene muy al caso.
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