jueves, 2 de junio de 2011

El hombre de la farola

El hombre de la farola saluda todos los días al sol desde su farola-casa, con sus pertenencias alrededor, una bolsa grande y vieja, mil veces remendada, un carrito, unos cartones, y ocasionalmente un tetrabrik de algo líquido que con mucho atrevimiento llaman vino.
El hombre de la farola hace tiempo que ya no es joven, quizás no tanto como los surcos de su cara parecen decir, su gorra verde oscuro y su barba, blanca como la nieve a la luz del amanecer esconden su edad,.... y quizá algunas cosas mas...
El hombre de la farola siempre está allí, sentado, junto a ella, como temiendo que alguien venga y se la lleva, y se lleve con ella el ancla que le une a la realidad. Por el día siempre está allí sentado, saludándonos a todos cuando vamos a trabajar y ofreciendo una sonrisa cuando volvemos camino del hogar. Por la noche, también sigue allí, en el mismo lugar, algunos días con la misma sonrisa, y otros, más difíciles con una especie de mueca que podría ser tristeza, melancolía, aburrimiento, ensimismamiento....
El hombre de la farola saluda a los vecinos y los vecinos le saludan a él, es otro vecino del barrio, más que ninguno de nosotros puesto que él no se mueve del barrio, es más, él mismo es barrio, tanto como las calles, tanto como los bancos, tanto como la farola....
Ayer cuando pasé por allí no estaba, y los más oscuros presagios se cernieron sobre su imágen en mi mente, el hueco vacío alrededor de la farola parecía un desierto creciente, silencioso, acusador... Y si mañna no aparecía?, y al siguiente tampoco?, la gente lo recordaría? la gente recordaría al hombre de la farola y su enorme sonrisa al pasar por la que fue su ... ¿casa?... o simplemente el olvido sería su morada, como la de las calles remodeladas, los bancos eliminados, los árboles arrancados....
Hoy pasé de nuevo por la farola, y allí estaba él, con sus enseres recogidos y ordenados, sentado, saludando a la mañana con una sonrisa, en su casa... en su casa... en su farola-casa...

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