miércoles, 19 de mayo de 2010

El poder del "pero"

Vamos a retomar una vieja costumbre, acudir a la RAE:

pero3.

(Del lat. per hoc).

1. conj. advers. U. para contraponer a un concepto otro diverso o ampliativo del anterior. El dinero hace ricos a los hombres, pero no dichosos. Le injurié con efecto, pero él primero me había injuriado a mí.


El "pero" es una palabra temible, anuncio de grandes convulsiones, de tremendos sobresaltos. Cuando alguien nos está alabando o está ensalzando algo que tenga que ver con nosotros y de repente se calla y lanza, como quien no quiera la cosa, ésta terrible palabra es el momento de poner pies en polvorosa, correr lo más deprisa que nos alcancen las piernas y poner la mayor distancia posible entre el "francotirador del pero" y nuestra persona.
Esta palabra tiene un efecto devastador y al mismo tiempo un poder mágico, es la excusa perfecta, la coartada soñada, justifica cualquier comentario que venga después y tranquiliza conciencias de una manera asombrosa.
Hay ejemplos clarísimos:
"Yo no soy racista,..... pero a los gitanos no los puedo ni ver"
"Yo soy contrario a la violencia....... pero a este tío lo mataba"
"Yo no soy partidario del maltrato...... pero una ostia a tiempo...."
"Te quiero...... pero como amigo"
.........
y así un sinfín de ejemplos podríamos encontrar. Hoy he asistido a un ejemplo más o una vuelta de tuerca más en el poderoso imperio del "pero". Aquí va: "Yo soy de izquierdas, pero a los moros, rumanos y latinos no los puedo ni ver".
Otro paso más sería definir eso tan abstracto que llamamos "ser de izquierdas", pero mejor lo dejamos para otro día...


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