jueves, 20 de diciembre de 2012

Aventuras en un mundo de ensueño


Clorhexidina y Espanki tras saludar a los enfermeros y enfermeras, sonrientes y abnegados como siempre, a pesar de las convulsos tiempos que viven y vivimos, se encaminaron a la primera habitación del pasillo de oncología, en la cual descubrieron a dos niños, el primero de ellos dormidito en su cama, y el segundo despierto y con ganas de juerga, entraron sigilosos y mudos, para no despertar al pequeño, y llegaron hasta la segunda cama, tras saludos y juegos mudos sacaron un pequeño xilófono, y pidieron a nuestro protagonista que tocara, pero bajito, éste empezó haciéndolo así pero rápidamente descubrió lo divertido que sería golpear fuerte y hacer un gran sonido que despertara a su compañero,  cada vez que lo intentaba Clo retiraba velozmente el xilófono y los dos payasos se escondían asustados, nuestro músico se tronchaba de risa y pedía más y más, cada vez intentaba golpear más rápido y más fuerte y cada vez Clo y Espanki se tiraban al suelo más rápido y más asustados, las risas eran sonoras y los ojos de nuestro protagonista relucían como estrellas en la noche, tras el concierto nuestro protagonista se interesó por los zapatones de Espanki, y tras un breve “regateo” cumplió su deseo, vestirse de payaso y quedarse una foto como recuerdo.
En la siguiente habitación de nuestra aventura estaba ella, una hermosa niña en plena adolescencia, que nos explicó con claridad  “que a las chicas nos gustan los malotes”, y Espanki, pobrecito de él descubrió que no era nada malote. Clo, ni corta ni perezosa decidió aliarse con nuestra protagonista para convertir a Espanki en un perfecto malote, para lo cuál era indispensable andar como tal, trataron de enseñar a Espanki, pero este no aprendía demasiado bien, así que saliendo a la terraza reclutaron al padrino de otra niña, el padrino era un experto en andares malotes, Espanki estaba radiante ante tan genial maestro, y Clo y nuestra pequeña se tronchaban de su torpeza. Se marcharon de esa habitación, pero aún no sabían que la clase de malotes no había acabado.
En la siguiente habitación nos esperaba otro amigo que nos enseñó a tirarnos pedos sólidos, una extraña destreza propio de superhéroes de otro planeta, y a hacer malabares con cinco pelotas,… pero eso ya es otra historia. Contaron a nuestro pequeño protagonista el aprendizaje de malotes y éste les dio una magistral clase de “malotismo”, y poco a poco se fue fraguando en sus cabezas la idea de hacer un desfile de malotes, y que todos los niños y padres pudieran mostrar su destreza en semejante arte.
Salían con esa idea cuando llegaron a la siguiente habitación, en la que estaba ella, adolescente hermosa y coqueta que les dió una lección de cine, dirigiendo un pequeño corto con ella de protagonista, junto a su madre y los payasos, sus órdenes eran precisas y claras, y como era de esperar los payasos no eran los mejores actores, pero con su sapiencia consiguió sacar lo mejor de ellos y grabar esa espectacular película.
Finalizando la tarde la idea del desfile cobró forma, se corrió la voz por todas las habitaciones y todos los niños y niñas, padres y madres, enfermeros y enfermeras y por supuesto Espanki  y Clorhexidina organizaron el “niño Jesús Fashion Week”, en el que modelos y modelas desfilaron mostrarando sus grandiosas artes de malotes y malotas, las risas eran la banda sonora mientras los contoneos de caderas y los morritos de malotes llenaban el lugar.
Espanki y Clo se despedían dejando atrás la algarabía cuando una pequeña salió corriendo detrás de ellos, su papá ( uno de los mejores malotes del desfile ) salió detrás y por unos segundos ella dudó si seguir a los payasos o volver con papá, finalmente volvió pero los payasos se marcharon con una sonrisa en la cara y otra en el corazón que los acompañaría hasta el próximo día.


1 comentario:

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