lunes, 7 de febrero de 2011

El placer y el dolor de la familia

Aprender cada día, ese es el camino que deseo transitar, escuchar, conversar, y tratar de aprender de lo vivido y de lo observado. Tras un fin de semana cargado de energía, amor y ternura mi cuerpo, dolorido, aún está procesando emociones, conversaciones, sensaciones.
La recuerdo mirándome con esos ojillos atormentados, con las lágrimas abriéndose paso con la fuerza de un tsunami a través de sus ojos, ....... y de su alma. Años de dolor y sufrimiento se ocultaban tras esas lágrimas, años soportando estoicamente, o quizá no tanto, insultos y quejas de aquellos que más agradecidos deberían estarle.
Sus sesentaytantas primaveras miraban suplicantes, clamaban por un abrazo, una mirada tierna, un poco de ese calor humano que sus hijos le niegan. Una mujer que había dado sus mejores años por sacar adelante a su familia, y que por esos avatares de la vida cuando sus hijos ya eran unos hombrecitos se redescubrió a si misma, sus caminos cambiaron, sus horizontes cambiaron y todo aquello externo a la familia que había dado sentido a su vida pasó al armario de los trastos viejos, y redecoró su vida con nuevos sueños, nuevas ilusiones, que la llenaron de luz, de alegría, de vitalidad....
Pero hubo de toparse con la incomprensión de los suyos, con la exigencia egoista de unos hijos que la querían como objeto de decoración que mostrar a las visitas, como madre al servicio de sus hijos y las visiones deformadas de la vida de estos. Unos hijos que no permiten vivir a aquella que los dio la vida, unos hijos que exigen a aquella que no les exige, unos hijos que maltratan a aquella que les da ternura, unos hijos que no quieren que su madre sea feliz salvo que lo sea según las normas que ellos dictan.
Sus ojos me conmovieron y su dolor me encogió el alma, traté de mostrarle con mis ojos, sin palabras, todo el respeto que me merecía, y toda la admiración que me produce su coraje, su valor,.... y su dolor.
Y pensé en mi familia, en la última conversación con mi amada madre, cuando tras años de diferencias, incomprensiones y tristezas que sazonaron nuestra relación, pudimos alcanzar ese mágico momento en el que cada uno puede expresar lo que siente y comprender y empatizar con lo que siente el otro. Y mi madre, con esa sabiduría primigenia que actualmente emana me dijo:
"Hijo, a veces no os dais cuenta de que la vida cambia muy rápido, y no es fácil para nosotros entender lo que hacéis, y porqué lo hacéis"
Y yo pude escucharla, y tratar de entederla, y ella me escuchó y trató de entenderme, y juntos nos reimos de nuestras cabezonerías individuales,....... tras este fin de semana soy aún mas consciente del orgullo que me produce haber llegado a ese punto con mi madre. Y de lo difícil que es querer, saber realmente querer, querer a alguien poniendo por delante su bienestar de nuestros deseos, su libertad de nuestras exigencias, su felicidad de nuestro juicio....
Hoy levanto mi copa, por l@s valientes que no dejan que ninguna tiranía, por cercana que sea les impida soñar su sueños.....


1 comentario:

Recuerda al opinar que tu libertad termina donde empieza la del otro. Respeta y serás respetado.