miércoles, 28 de abril de 2010

La función del arte (más de Galeano)


La función del arte/1

El pastor Miguel Brun me contó que hace algunos años estuvo con los indios del Chaco paraguayo. Él formaba parte de una misión evangelizadora. Los misioneros visitaron a un cacique que tenía prestigio de muy sabio. El cacique, un gordo quieto y callado, escuchó sin pestañear la propaganda religiosa que le leyeron en lengua de los indios. Cuando la lectura terminó, los misioneros se quedaron esperando.
El cacique se tomó su tiempo. Después, opinó:
-Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien.
Y sentenció:
-Pero rasca donde no pica.

(El libro de los abrazos)

La función del arte/2

Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
-!Ayúdame a mirar!.

(El libro de los abrazos)

La función del arte/3

Es mediodía y James Baldwin está caminando con un amigo por las calles del sur de la isla de Manhattan. La luz roja los detiene en una esquina.
-Mira -le dice el amigo, señalando el suelo.
Baldwin mira. No ve nada.
- Mira, mira.
Nada. Allí no hay nada que mirar, nada que ver. Un cochino charquito de agua contra el borde de la acera y nada más. Pero el amigo insiste.
-¿ves?¿estás viendo?
Y entonces Baldwin clava la mirada y ve. Ve una mancha de aceite estremeciéndose en el charco. Después, en la mancha de aceite ve el arcoiris. Y más adentro, charco adentro, la calle pasa, y la gente pasa por la calle, los náufragos y los magos, y el mundo entero pasa, asombroso mundo lleno de mundos que en el mundo fulguran; y así, gracias a un amigo, Baldwin ve, por primera vez en su vida ve.

(Memoria del fuego/ Ell siglo del viento)

1 comentario:

Recuerda al opinar que tu libertad termina donde empieza la del otro. Respeta y serás respetado.