lunes, 26 de agosto de 2013

El paso del tiempo

Será el paso del tiempo, será que me estoy haciendo grande, como dirían mis amigos argentinos, el caso es que últimamente nuevos sentimientos y emociones van haciendo mella en mí, y no son los sentimientos y emociones que mi edad se supone que debería hacerme sentir, esos tan cacareados de la "madurez", deseo de rutina, de poseer propiedades, de "sentar la cabeza",.... no, no son esos.
Este fin de semana estuve en mi pueblo, Tordehumos, uno de tantas pequeños pueblos de tierra de campos, una zona plagada de trigales y casas de adobe en el medio de la estepa castellana. Todos los pueblos de la zona viven un envejecimiento de su población y una disminución radical de la misma, es decir, en los pueblos pequeños hay cada vez menos gente, y esa gente son en su mayoría ancianos, y algunas parejas jóvenes. Pasear por sus calles o habitar alguna de sus casas, (la de los abuelos normalmente) es vivir los últimos vestigios de una era, el expirar de un tiempo y de una forma de vida, las casas se caen porque ya nadie desea habitarlas, y como en una metáfora cuando ya no tienen ninguna función que cumplir se derrumban.. y mueren. Contemplarlas en una tarde verano, solo y en completo silencio, recordando la vida que inundó sus rincones, las ilusiones que habitaron sus paredes, los dolores que regaron sus suelos es una experiencia muy honda, no sabría decir que sientes, melancolía, nostalgia,... o quizá ninguna de ellas, sino simplemente sientes el tiempo, el tiempo en ella, y el tiempo en tí, hay sentimientos a los que no es fácil poner palabras.
Cuando vives en una gran ciudad, como Madrid, y ves día a día a mucha gente en sus calles, excluidos de la sociedad, pidiendo para intentar conseguir unas monedas con las que sobrevivir, porque vivir ya te está vedado, y vuelves al pueblo a ver como languidece y muere es imposible no vivir la contradicción, vivimos en un mundo en el que la vida rural cada vez es menos posible, todo nos empuja a todos a las ciudades, y desde las pequeñas ciudades a las grandes ciudades (más allá de que nos guste o lo hagamos por necesidad es un hecho que ocurre) y las grandes ciudades no dan oportunidades para todos, en ellas siempre hay barrios donde solo existe la marginación y la miseria, el parque de atracciones del buen vivir no es para todos, esa es una falacia que nadie puede creerse ya.
Al mismo tiempo la vida en los pueblos deja pocas opciones al ocio, al desarrollo cultural, al crecimiento personal, vivir en un pueblo como el mío en invierno se me antoja uno de los infiernos de Dante.
Pero no pueden ser solo estas las opciones, no, no me gusta el "desarrollo" ni el "progreso" al que nos dirigimos, no, no se cuál es la respuesta, pero esta no es, este camino no es el mejor.....
No solo estos pensamientos surgen en la soledad de un pueblo castellano, también hay espacio para pensar en la vida, en la familia, en las cosas que importan y las que no, eso quizá también es consecuencia de hacerme grande,.... incluso el ver como los demás te tratan, te miran, te hablan, te juzgan (sin maldad, pero lo hacen, todos lo hacemos) también te dice muchas cosas, también te enseña lo que te importa y lo que no, al final la felicidad, o la tranquilidad, o la paz,... o lo que sea, son pocas cosas, un café con tu padre en el bar de la partida, orgulloso de enseñar a su hijo el hippie, un paseo con tu madre con una de esas charlas sobre lo humano y lo divino que tanto me gustan, la salida al corral de la abuela casi sin poder andar para despedirte desde la puerta, las risas en el coche con mi hermano, las confidencias sobre los padres, la caña en la plaza a la vuelta con otro hermano, las caricias de Aisha al llegar a casa,... si, la vida requiere cosas maravillosas para hacerte feliz......, y todas ellas se encuentran a tu alrededor.......

2 comentarios:

  1. hay otras opciones primo, bájate al sur a hacernos una visita ;)

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  2. barajo todas las opciones prima ;-), y espero en no mucho tiempo poder pasar a veros, un besote

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